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Amasías obedeció a Dios en todo, aunque no fue tan bueno como su antepasado David. Amasías, al igual que su padre Joás, no quitó los pequeños templos donde el pueblo seguía quemando incienso y ofreciendo sacrificios a los dioses.

Cuando Amasías creyó que tenía el control del país, mató a todos los oficiales que habían asesinado a su padre.

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